viernes, 25 de marzo de 2011

ESPAÑA 1890-1910

La puesta en marcha del régimen fue obra de un Ministerio-Regencia presidido por Cánovas. La obra de este gobierno se puede resumir en cuatro aspectos:
-          Preparó la llegada del rey Alfonso XII (1875-1885).
-          Revisó la política del Sexenio Democrático: limitó la libertad de imprenta y prohibió que los profesores universitarios explicaran en sus cátedras doctrinas contrarias al dogma católico y al régimen monárquico. En respuesta, varias decenas de catedráticos abandonaron la universidad y muchos de ellos crearon la Institución Libre de Enseñanza(1876) uno de los centros educativos y científicos más influyentes de España.
-          Puso fin a los conflictos bélicos abiertos como la guerra carlista, también la abolición de los fueros en las provincias vasco-navarras. La guerra de Cuba finalizó non el convenio de Zanjón.
-          Realizó un nuevo texto constitucional.
La Constitución de 1876 fue la más duradera algunos aspectos más importantes son:
-          La monarquía era la pieza esencial del sistema político.
-          Se adoptaba la soberanía compartida entre las Cortes y el rey.
-          Cortes bicamerales (congreso y senado)
-          Tolerancia religiosa.
-          En 1878 se aceptó el sufragio censitario (derecho de voto a propietarios y personas con alto nivel de instrucción o títulos académicos)
-          En 1890 se vuelve al sufragio universal masculino.
El sistema de la Restauración favoreció la celebración de consultas electorales, pero la voluntad de los electores no se expresaba de forma libre y directa sino que estaba sometida a procesos de manipulación y fraude por la existencia del caciquismo que era la relación político-social que se establecía entre una persona, el cacique, y sus clientes.
La derrota militar del carlismo en 1876 no supuso su desaparición como opción política, pero provocó una crisis que no superó hasta la década de los noventa.
Después del fracaso de la I República, el republicanismo español tardó mucho en rehabilitarse y constituir una alternativa política. En cambio, el ideario republicano, basado en una posición anticlerical, en la fe en el progreso y en la defensa de políticas reformistas en materia social, se mantuvo en los casinos y ateneos, en la presa y en los sectores intelectuales y universitarios.
Las posibilidades de acción del movimiento obrero durante la Restauración eran pequeñas, pues las libertades de asociación, expresión y reunión estaban limitadas.
Durante la última década del Ochocientos la nación vive inmersa en una aguda depresión económica y social que pone en peligro la estabilidad del régimen de la Restauración. Las estructuras políticas sufrían la grave carcoma del caciquismo que viciaba la vida democrática. El país estaba regido por una administración ineficaz y corrupta, un parlamento desacreditado, que dejaba al margen de la acción política a numerosos ciudadanos.
La pérdida en 1898 de las colonias (Cuba, Puerto Rico, Filipinas) fue un episodio histórico gravemente traumático para la conciencia de la sociedad española de fin de siglo. No sirvió de alivio la consideración de que las tierras coloniales hacía tiempo que eran escenario sangriento de revueltas secesionistas, tratadas desde la metrópoli con políticas poco acertadas. La firma del Tratado de París con Estados Unidos, octubre de 1898, puso fin a una guerra, dejando las islas bajo el control de los intereses norteamericanos, y también dio término al ciclo histórico imperial de España que había comenzado su andadura en 1492.
Aunque es cierto que este suceso trajo algunas consecuencias positivas para la nación (repatriación de capitales, inversión extranjera, aumento de la industrialización, incremento del proletariado urbano), la estructura social ofrecía un perfil de absoluto inmovilismo: predominaba una sociedad agraria atrasada, reacia a cualquier tipo de innovación. No obstante, tal situación propiciaba, por otro lado, el desarrollo y fortaleza de la alternativa pequeño-burguesa, la llamada clase media, situada entre la burguesía dominante y un proletariado urbano cada vez más numeroso y fuerte, sobre todo a raíz de que la Constitución de 1869 reconociera la libertad de reunión y asociación. Bajo su protección fue fundado por Pablo Iglesias en 1879 el Partido Socialista Obrero Español, uno de los motores de la reforma social. En cualquier caso, la posición de España en el concierto internacional seguía siendo de aislamiento, tanto económica como culturalmente. En esta crisis social y política se enraíza la desazón que conmueve las conciencias de viejos y jóvenes que viven aquellos episodios históricos, la colectiva y honda desmoralización, y también el grito de quienes intentaron, con escaso éxito, la regeneración de esta sociedad en ruinas.

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